domingo, 16 de noviembre de 2014

Distraerme





DISTRAERME…
En una calle que no es asfalto sino arte.

Distraerme…
En una noche que no es inspiración sino sensación,
¡qué poco elegante el poeta que la vuelve canción,
qué poco elegante y poco poeta soy!

Distraerme…
Y querer ser la lágrima que brota de sus ojos.

Distraerme…
Con la conversación de dos hojas que caen al suelo.

Distraerme…
Para convertirme en tiempo y no en reloj,
en fenómeno y no en medición.

Distraerme…
Con un león que ruge
cuando el siervo le sonríe.

Distraerme…
Entre las sombras de un sol renacido
cuyas lágrimas
danzan con el poeta abatido:
la sátira cambia al mundo con rimas,
y yo diría: retumba el eco
con ira donde tal vez iría  en ella un trozo de ironía.

Distraerme…
Y por leve momento
ser nube gris
que riega en todos su lamento
y cual si fuese eco
deja estela en el cielo.

Podría distraerme entre el absoluto de un cristal,
intentar dar con  su  umbral
e imaginar el reflejo de un éxtasis vespertino
mientras alegro mi espíritu con la ida del verano,
bien sabe el bebedor que en invierno es más alegre el vino.


Para distraerme sólo me haría falta imaginar,
también me haría falta un jardín con azucenas
y  ver cuantas bellezas  esconden sus faenas,
me haría falta una boca bañada en almíbar
cuyo barniz alivie amargura
y devuelva el misterio robado al mar.

Pero ni la imaginación es dulce
ni la azucena se vuelve bella con besos y miradas,
tampoco se llena un jardín con ilusiones abandonadas
ni se abona un mar con dudas,
pues la realidad conduce y convence,

subordina y vence.

Juan Pedro Pablo




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