Del tedio de los
Narcisos
Antes de cerrar los
ojos entre la languidez de los agostos
los cantares de los
trovadores de los amores absurdos
demostraron que el
alma del vino busca a los amantes de los excesos:
¡Oh! ¡Qué insoportable es el paso del tedio!
Dante pereció ante la
belleza de Dios:
admirable es el
coraje de los que salen en búsqueda de lo inhallable.
Dalí, enamorado de lo
inexistente
corrió hacia esta
ilusión como un selenita añorando el calor del sol
y alegría encontró
ante su reflejo latente.
Es el encono hacia lo
perecedero,
la admiración por lo
sublime y
el desespero del
hombre por entender
lo que domina el
ímpetu de su placer;
esta noche quiero
reflejarme,
sentir el peso de mi
sufrimiento sobre mi espalda,
admirar la belleza de
la vida
que con ilusiones nos
sacia
y con realidades nos
desprecia.
Juan Pedro Pablo
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